dimecres, 5 de maig del 2010

Abre los ojos (Filosofía)


Nunca somos suficientemente conscientes de nuestra dependencia del cuerpo o la imagen hasta que empiezan a fallarnos. Solemos criticar abiertamente y no sin cierta razón, la superficialidad de los tiempos que vivimos: la dependencia de la apariencia física, el culto al cuerpo… todos hemos oído más de una vez que esta vida moderna que nos crea y nos arrastra crea una falsa escala de valores. El protagonista de Abre los ojos podría considerarse como un prototipo de esta forma de vida. Todo le marcha bien hasta que sufre un accidente y su vida se empieza a complicar. Hasta aquí, nada nuevo: hay tragedias “frecuentes” que encajan a la perfección con el inicio de la película, y que muestran la fragilidad de la aparentemente sólida e inquebrantable vida cotidiana. El planteamiento inicial de la película nos sirve para tomar conciencia de dos cosas: ha ocurrido algo extraño (imposible ver la gran vía vacía) y el punto de partida para entederlo es un accidente de tráfico, similar a los que desgraciadamente ocurren en nuestras carreteras. En la ficción (y a veces también en la realidad), los accidentes suelen significar puntos de inflexión en el desarrollo de la historia, y la película no es una excepción.

En la película, el accidente sirve para tomar distancia respecto a la realidad. Si bien en un principio el protagonista piensa que nada ha ocurrido, que todo sigue igual, va descubriendo poco a poco que su vida no encaja, que empiezan a ocurrir cosas que no son “coherentes” con el “hilo” de su pasado. Toma conciencia de que las cosas a su alrededor no son los que parecen. Comienza una carrera vertiginosa en busca de la verdad, la autenticidad. Una lectura a contraluz: quizás la actitud reflexiva y crítica propia del filósofo resulte de algún “accidente” (vital, intelectual, emocional…) que le ha llevado a desconfiar de lo que le rodea. Cuando cambias tú, tu cara, tu identidad, también cambia tu mundo, la realidad en que vives y las acciones que realizas en el mismo. La película logra llevar la sombra de la duda lo más lejos posible, con unos giros argumentales que dejan al protagonista inerme ante la posibilidad de distinguir qué es real y qué no lo es.

Reaparece un tema “eterno” en la literatura universal: el dolor asociado a la verdad. Puede que no puedas soportarla, le dicen al protagonista. A veces es mejor no saber, no preguntar. Abrir los ojos puede resultar doloroso cuando no se sabe lo que se va a encontrar, cuando las certezas a nuestro alrededor se balancean. La película juega con hipótesis de ciencia ficción imaginativas, pero logra reflejar muchas de las cuestiones filosóficas clásicas. Y todo ello apuntando además hacia algunos problemas éticos relacionados con el asunto: elecciones en torno al placer y el dolor, a la renuncia a un yo genuino en favor de uno “construido”, la autenticidad y la integridad como precio a pagar ante una vida aparentemente feliz. Decisiones derivadas de un progreso científico que quizás tenga más de lo segundo que de lo primero: ¿Está justificadas todas las investigaciones científicas? ¿Puede haber proyectos científicos “irracionales”? ¿Acaso no produce “monstruos” el sueño de la razón?. Todo esto y alguna cosa más aparece condensado en la película de Amenábar, que es más que recomendable para ser utilizada en el aula. Y para muestra un par de enlaces: El búho inocente y el búho esquivo.


- Aquest artícle l'hem tret del blog: http://www.boulesis.com/boule/

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